Mikos y Faín Hojaestrella han pasado toda la vida viviendo entre caballos. Aprendieron todo lo que había que saber del oficio encargándose con su familia de las caballerizas de Villa del Roble Dorado, al menos mientras tuvieron una familia.
Pero su familia nunca fue como la de los otros niños de la villa, porque ellos nunca llegaron a conocer a su madre. Imanel Hojaestrella crió en solitario a sus tres hijos: Jami, Faín y Mikos. Una labor que desempeñó con notable éxito, teniendo en cuenta que se trataba de un hombre que solo entendía de caballos. No solo intentó que sus hijos se convirtieran en buenas personas, además les instruyó para que el día de mañana fueran ellos quienes se hicieran cargo del negocio familiar.
A medida que los muchachos fueron creciendo, surgieron las preguntas incómodas en la casa Hojaestrella. ¿Por qué los demás niños tenían madre y ellos no? Sin embargo, era muy poco lo que Imanel revelaba sobre ella, de su origen exótico y de cómo se enamoraron, y siempre la emoción le podía y se veía obligado a interrumpir su relato. En muchas ocasiones, se habían imaginado a su madre como una de esas atlantes de las que hablaban las leyendas, o tal vez una elfa. Incluso una vez Jami les hizo rabiar diciendo que su madre había sido una de esos gigantes que tanto miedo daban al pobre Mikos. Ese fue el día en el que descubrieron que Jami y ellos no habían tenido la misma madre.
Mikos y Faín, en busca de aventuras
¿Quién sabe si el hecho de que su madre hubiera llegado desde un país lejano era lo que les empujaba a saber más del mundo que les rodeaba? Aprovechaban cualquier ocasión para preguntar por sus viajes a los clientes que acudían al negocio de su padre para reponer sus caballos. Pero para ellos, el Festival de las Últimas Nieves era sin duda el momento más esperado del año. Siempre acudían juglares que contaban historias con las que después se pasaban las estaciones jugando y fantaseando, hasta la llegada del siguiente festival y de las nuevas historias.
Cuando se quedaron huérfanos y su hermano Jami les apartó de su vida, se vieron obligados a sobrevivir robando aquí y allá. Por suerte, su buena mano con los animales les permitía colarse en cualquier establo para dormir sin que las bestias alertaran a sus dueños sobre su presencia. No conocen nada más allá de las murallas de Villa del Roble Dorado, salvo por las historias que narran los juglares en los días de fiesta.
Aquel año conocerán a un juglar muy especial, y las aventuras que les contará hará que sus vidas cambien para siempre. Porque las mejores historias no siempre surgen en lugares lejanos y épocas remotas…
Mikos y Faín descubrirán un mundo mucho más grande y fantástico de lo que jamás pudieron soñar, pero también un mundo en el que existen fuerzas oscuras dispuestas a imponer su orden. Desde luego, todo era mucho más sencillo cuando su única preocupación era conseguir llegar a la cama con algo en el estómago.
Descubre con ellos los secretos del continente de Wolyan en La caja de Bernit. Un lugar lleno de criaturas misteriosas como Rayas el tygerido.
Ilustración de Vanesa Portocarrero.