Néstor Coronas dio sus primeros pasos como científico trasteando en el androide pastor de su padre. Si nada lo impide, este niño curioso, criado en una granja del pirineo aragonés, llegará a ser uno de los científicos imprescindibles del Proyecto Esfera.
Al menos, en opinión del director. Porque si a alguien se le ocurriera preguntar a sus compañeros de departamento, la mayoría afirmaría que:
Néstor Coronas es un grano en el culo
¿Quién quiere tener a su lado a alguien que anda siempre cuestionando el trabajo de los demás? Nadie está a salvo del todo. El día que a Néstor se le ocurre proponer algo todos se echan a temblar. No sería la primera vez que el director del Proyecto Esfera le da la razón y les obliga a realizar cambios no programados en sus proyectos. Tampoco entienden su empeño por asomar la nariz más allá del Departamento de Genética, y Julia de la Rosa, su responsable directa, es la primera que recibe las quejas por su comportamiento excéntrico.
Por suerte, ella conoce bien las manías de Néstor. Una de las ventajas de que tu jefa sea también una amiga de la infancia es que es más difícil que te echen del puesto de trabajo. Aunque no imposible. Para los trabajadores de la Esfera, perder el empleo sería una tragedia. No por el sueldo o por el prestigio social, sino porque conllevaría perder el derecho a una de las plazas de la Esfera. Y todos saben que, antes o después, será difícil mantenerse con vida allá afuera.
No hace tantos años era Julia la que siempre andaba metida en líos y Néstor el que la ayudaba a salir de ellos. Como aquella vez que Néstor desarrolló en la escuela un suero para aumentar la resistencia de los cereales y Julia lo probó en los cultivos de su padre sin decírselo a nadie. El trigo superresistente de Néstor no solo no superó el examen, además casi rompió los dientes de las dos familias y de la mitad del ganado. Una vez más, fue él quien dio la cara ante el señor De la Rosa y pagó de sus ahorros parte del forraje de los animales. No es extraño que, años después, Néstor parezca disfrutar complicándole el día a día a su nueva jefa y vieja amiga.
Tal vez la culpa de su sentido de la justicia sea de su padre. Desde muy pequeño conoció la importancia de ayudar a sus vecinos y de trabajar por el bien común. Lo que era bueno para uno lo era para todos, en un lugar donde la ruina y la prosperidad eran igualmente contagiosas.
Néstor Coronas es un idealista. No tiene miedo a denunciar lo que está mal y tampoco a enfrentarse a la injusticia, aunque no siempre tenga las herramientas adecuadas para combatirla. Nadie duda que, antes o después, su manía de entrometerse en el trabajo de los demás le acarreará algún problema serio. Lo que jamás habrían imaginado es que sus investigaciones podrían acabar con todo el proyecto.
He abierto las puertas de La esfera imperfecta para ti. Aprovecha a entrar antes de que sea demasiado tarde.
Ilustraciones de Vanesa Portocarrero.